Los erizos pueden parecer animales fuertes y silenciosos, pero en realidad son muy susceptibles a problemas respiratorios, especialmente si viven en ambientes con baja temperatura, humedad excesiva, mala ventilación o sustratos irritantes. Estos problemas, si no se detectan a tiempo, pueden evolucionar rápidamente en infecciones graves como neumonía.
Como son animales de comportamiento reservado, es fundamental prestar atención a señales sutiles.
Estornudos frecuentes o ruidos al respirar, como silbidos o “clics”.
Secreción nasal o en la zona ocular, a veces con aspecto pegajoso.
Letargo o disminución de actividad, incluso durante horarios donde suele estar activo.
Pérdida de apetito o bajo peso repentino.
Posturas anormales al respirar, como levantar la cabeza o abrir la boca.
Mantené la temperatura del hábitat entre 23 °C y 27 °C, evitando corrientes de aire.
Usá sustratos naturales sin polvo, como papel reciclado o viruta prensada (nunca arena o aserrín fino).
Limpieza frecuente y buena ventilación, sin humedad acumulada.
No lo expongas a humo, aerosoles ni ambientes contaminados.
Consultá con un veterinario especialista en exóticos ante el primer síntoma. El tratamiento temprano es clave.
Consejo final: Un erizo con dificultades para respirar no debe esperar. Aunque parezca que “se le va a pasar solo”, actuar rápido puede evitar complicaciones graves o irreversibles.